¿Es posible cometer un crimen mientras se duerme?

Manuel GarManuel G | 20 Octubre 2023

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Afirmativo sin duda alguna, por más que no exista dolo por parte del durmiente. Para conseguirlo se ha llevado a un grado muy refinado lo que sería el quinto sueño, el sugestivo, que abarca las técnicas hipnóticas, por las cuales una persona puede ser privada de su libre albedrío e inducida a hacer cosas que conscientemente desconoce. Recuérdese que hace algunos años Rajiv Gandhi fue víctima de una «bomba humana», preparada y lanzada mediante técnicas hipnóticas.

La hipnosis (en su modalidad de mandato posthipnótico) ha sido llevada a la categoría de arma mortal en el moderno magnicidio. Por ejemplo, en el caso del árabe Sirhan Sirhan Sihara, que disparó sobre el candidato a la presidencia de Estados Unidos, Robert Kennedy. Se probaría de nuevo el método contra el presidente Ronald Reagan. Se recluta a los futuros asesinos entre los pacientes de clínicas psiquiátricas y luego puede dejárseles «sembrados» durante meses o años, ignorando ellos mismos que se les ha dejado en calidad de «asesinos en estado latente». Pero un día se les activa por medio de frases o sonidos, que pueden transmitírseles hasta por teléfono.

En la generalidad de los casos acaba comprobándose que los agresores son en realidad personas de mínimo cociente mental que, cuando por excepción sobreviven, aducen razones extravagantes para justificar sus actos homicidas.

El candidato a la presidencia de Colombia Carlos Pizarro fue abatido en abril de 1990 por un «hombre-arma» (que no un hombre armado, pues en esto radica la terrible innovación) en el interior del avión que lo trasladaba de una parte a otra de su país. De haber estado «despierto», el asesino no podía ignorar que no tenía la menor posibilidad de escapar, ni de sobrevivir. Algo semejante le ocurrió al candidato alemán Oscar Lafontaine. Una mujer se le acercó fingiendo ir a entregarle un ramo de flores, dentro del que ocultaba una navaja con la que le asestó una cuchillada en el cuello. A nadie pareció extrañarle la carencia de motivos de la agresora. Y a ella no parecía preocuparle en absoluto su destino después de su acción criminal. Y es que una de las características de esta condición hipnótica bajo la cual actúan los «kamikazes dormidos» es que cuando se les captura no muestran emociones. Y al ser interrogados, los motivos que aducen para justificar su acción resultan ininteligibles vaciedades.

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