¿Es realmente la leche animal indispensable?
Manuel G | 17 Julio 2022

Nos referimos a la leche animal. Es un alimento básico para el lactante que carece de leche materna, pero no así para el adulto.
Componente de muchas bondades y de no escasos peligros, merece, para su preparación y sensato consumo, de ciertos conocimientos a tener en cuenta así como prevenciones a adoptar, pues aparte de lo enumerado —y repetimos en cierto modo para que se tengan bien en cuenta las premisas— la leche, por sus especiales características, fue siempre, entre estos cuatro, el alimento más discutido bajo el punto de vista clínico y alimenticio. Hablar de ella por tanto, aunque sólo sea con el noble deseo de difundir las ideas más actualizadas, no deja de ser arriesgado.
Aceptemos esa responsabilidad en beneficio de las muchas mamás vegetarianas y público en general, y reconozcamos abiertamente que LA LECHE HA FORMADO A LA HUMANIDAD. Ella es el primero y único alimento del recién nacido, persona o bestia. Desde los albores de la vida son sus grasas y sales, y sólo éstas, las que nutren perfectamente la necesidad de crecimiento y consolidación del esqueleto. Su composición, grado de digestibilidad y poder nutritivo, distan mucho entre sí según qué animales la producen. La de yegua, por ejemplo, tiene una reacción muy alcalina y sobrecarga en demasía la sangre; por tanto sólo debe tomarse en caso de perentoria necesidad y con mucha moderación. La de cabra no sirve para la alimentación infantil por carecer de los debidos principios nutricionales, sobre todo de cobre, y además puede producir la llamada fiebre de Malta, de cuyo microbio las cabras son portadoras. Con leche de vaca, burra o yegua se prepara, aún hoy día, en Rusia, Francia, Suiza y Alemania, el famoso y antiquísimo Kumis, licor espumoso, blanquecino y acidulado que sirve cpmo
medicamento para ciertas enfermedades intestinales.
Entre españoles, es la leche de vaca la que goza de una mayor demanda, pues aparte de su valor nutritivo de primera clase, se suele emplear como sedante del sistema nervioso, así como específico de la tisis pulmonar. ¿Habrá recursos más precisos dentro de la terapéutica naturista actual de la dieta láctea?... ¿Existe por ventura algún otro producto natural más idóneo para el tratamiento de la úlcera crónica de estómago y otras ciertas enfermedades del tubo gastro-intestinal, incluso intoxicaciones?...
De no ser por la mucha adulteración a que es sometida, y esto bien lo saben los que de su explotación viven, como alimento humano, no tiene oponente en sus principios activos.
No obstante, su utilidad dietética se ha discutido siempre mucho para llegar modernamente a la conclusión de que la leche, fuera de la lactancia, NO ES ALIMENTO INDISPENSABLE, aunque sí útil por su riqueza en grasas, vitaminas y calcio, amén de albúminas. Un régimen de lecho sola es un error fisiológico, y la persona sana la debe eliminar de su alimentación, o bien disminuir considerablemente su consumo. Pero será harto difícil desarraigar la costumbre que el pueblo tiene de tomar leche.
Sobre este maravilloso producto animal son innumerables los crueles anatemas que se han lanzado, sin reparar en sus virtudes, que son tantas, para sólo reparar en sus defectos y contraindicaciones. Incluso la leche de perra, tan olvidada en los últimos tiempos, es la mejor terapéutica que puede aplicarse contra el raquitismo, ya que su gran proporción en fosfato de cal es como una bendición contra la fosfaturia.
Sí, hay quien prevarica contra ella basado en estudios y observaciones más o menos discutibles; más la leche puede ser dañina mientras sólo se beba y no se «mastique», pues no es una bebida sino un alimento, y como tal hay que tomarlo también a cucharadas o en pequeños sorbos. Y sobre todo —repetimos— «masticarla». Así evitaremos en el estómago la formación de bolos o quimos desmesurados y coágulos, tan dañinos. De tomarla tal como se indica no será en modo alguno indigesta, pero si lo hacemos a grandes sorbos, sin ni siquiera ensalivarla, o bien acompañada de yema de huevo (incompatibilidad manifiesta), lo será en grado sumo.
Para la persona que, a pesar de los relativos inconvenientes que presenta la ingestión de este producto natural en el adulto, desee seguir consumiéndolo, le aconsejaremos que la leche jamás debe hervirse, pues con ello destruimos sus cualidades nutricias y sólo bebemos agua. Basta pasteurizarla a baja temperatura —unos 65 grados durante quince minutos— para así esterilizar posibles gérmenes nocivos.
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